El Ser

Existencia, el hecho de existir. La analogía del ser o del ente en Aristóteles y en la tradición cristiana, se basa en la teoría según la cual el ser se toma en varias acepciones y se dice de muchas maneras. El no ser es el concepto límite que designa la ausencia de ser. Tanto en griego como en latín (y a diferencia, por ejemplo, del hebreo o del árabe), el verbo «ser» tiene tanto un significado existencial como predicamental. La distinción, pues, entre esencia y existencia es aportada en la historia de la metafísica occidental por la fe judeo-cristiana y reafirmada por el islam, en virtud de su concepción creacionista, contingentista e histórica de la realidad, concepción del todo ajena al mundo greco-latino, en el que dominaba el concepto de necesidad. La ausencia, originariamente griega, de dinamismo, de historicidad y de libertad en el seno del ser marcará de modo decisivo el desarrollo de la metafísica durante siglos (incluso de la metafísica cristiana) y se plasmará a su vez en un dualismo de fondo, en virtud del cual el ser auténtico es inmutable, fijo y eterno, mientras que la realidad sensible e histórica sólo tiene un ser apariencial. El parmenidismo siempre latente en Platón y el platonismo siempre presente en Aristóteles impidieron a toda la Edad Media, al heredar como filosofías de base tanto el neoplatonismo como el aristotelismo, la configuración de un nuevo pensamiento sobre el ser, el cual sólo conseguirá abrirse paso a partir de la modernidad, que descubrirá en el sujeto, dinámico y relativo, y en su historicidad, el nuevo centro de lo real, del ser y de la esencia. La contingencia que, para judíos, cristianos y musulmanes, anidaba en el ser se traduce en la importancia que el concepto límite de la nada adquiere desde el idealismo. La historia occidental de la reflexión sobre el ser ha tendido, por otro lado (como subraya Heidegger en nuestro siglo), a confundir ser y ente (se habla, así, de todos los seres del mundo), confusión que, aunque ajena del todo al sentido de contingencia semítico-cristiana, ha afectado de hecho a la misma idea de Dios (entendido con demasiada frecuencia como una cosa más entre todas, como un ente al lado o por encima de los otros, y no como una realidad que está más allá de toda esencia y de la que no cabe hablar en términos de ente, sino sólo de ser, entendido siempre en clave analógica: salvo en el panteísmo, el ser de los entes no es el ser de Dios.

Anterior
Indice General
Siguiente